Historia: Una náufraga de sangre azul.


¡Hola!
Voy a poner una pequeña historia de todo lo que me gusta, desde el programa de televisión que veía cuando era una mico hasta lo que me gusta actualmente. Ahora, ¿qué personajes entran? Esta historia va a ser de personajes de los videojuegos de Mario. Pero, no es sólo eso, también juntaré series, películas, libros, programas y otros videojuegos. Bueno, me he enrollado con eso... Trata de que la princesa Daisy va en un barco que, poco después, naufraga. Sus amigos y especialmente su novio, preocupados, deciden ir en su búsqueda. ¿Cómo continúa? Eso tendréis que saberlo.



"Hola a todos. Me llamo Daisy y soy la princesa de Sarasaland. Voy a contaros algo que me pasó desde el año pasado hasta ahora. Pero va a ser en partes... ¡Ahí va!"



1: Del pasado al presente... ¡Y una carta!

Esta mañana estaba muy nostálgica. Al mirar por la terraza me vinieron muchos recuerdos a la cabeza que tanto amaba. Era de cuando fui a los cinco años con mi amiga Peach a un lugar de ensueño. Estaba relacionado con los deseos. 
No me acuerdo del nombre, pero estoy segura de que estaba relacionado con ese tema. Seguro que os preguntaréis: "¿Y qué tiene de especial ese sitio?" Pues es especial porque dicen que una vez cada cien años, si pedías un deseo allí, se cumplía, sólo que duraba hasta que llegaba el primer rayo de sol en ese lugar. 
Cuando intentaba recordar lo que pasó al pedir el deseo... ¡Paf! No logré saber el deseo que pedí. Decidí salir a desayunar para ver si lograba recordar algo. En ese momento, un toad se dirigió hacia mí y me dijo:
-¡Señorita Daisy! Una carta para usted.
-¿De quién es? -Me pregunté-¿Pone algún dato?
-Sí. Es de... Luigi. -Respondió-. 
Tras el desayuno decidí abrirla en mi habitación. Me regalaba un billete para ir a un crucero, y ponía fecha de salida. Cogí mi móvil para decirle que aceptaba
y avisé a mis padres por si me dejaban. Mi madre aceptó, pero la opinión de mi padre fue la contraria...
-¡No! ¡Me niego a que vayas con ese muchacho!-Dijo indignado mi padre.
-Pero papá, sólo van a ser un par de días fuera. No va a pasar nada porque esté un tiempo ausente...
Mi madre logró convencerle, pero no me gustó nada lo último que dijo:
-Está bien, pero si te ocurre algo, él cargará con todo lo que te pase.

2: El gran día.

Así es. Llegó ese día que tanto esperaba. Nosotros dos entramos en aquel crucero a pasar unos días visitando ciudades. Fuimos a nuestros camarotes a dejar nuestras cosas y decidimos ir a la cafetería. 
Había un tipo que llevaba un flotador de esos de emergencia y parecía muy inseguro (un poco más cobarde que Luigi sí). Gritaba: "¡Se va a hundir el barco! ¡Se va a hundir!" siempre que se movía, aunque sea el más mínimo movimiento. Ya avanzado el día, a las ocho de la noche, fuimos a cenar, pero, algo insegura, le dije:
-Luigi, ¿seguro que aquí no va a pasar nada?
-No, tranquila, ese tipo estaba mal de la cabeza -respondió con tranquilidad-.
Era la primera vez que reaccionaba yo con tal preocupación, y la primera que no le llamaba, como antes, "my swetty". Pero me calmé a la mañana siguiente. Estábamos visitando por aquel entonces una ciudad costera muy pintoresca. Me dije: "Pues sí, ese tipo, o era demasiado temeroso, o, como dijo Luigi, estaba loco." 
Esa noche no tenía apenas sueño, así que decidí salir a la cubierta a ver el panorama. Se veía la luna con claridad, y no había ni rastro de nubes. Pero me volvieron los miedos al ver un bloque de hielo flotando.
-¡¿Qué?! ¡Empiezo a pensar que ese tipo tenía razón! Espero que no pase lo mismo que ocurrió con el Titanic -Murmuré algo tenebrosa-.
Al día siguiente me enteré que un barco se había hundido por el punto en el que va a pasar el nuestro. El capitán se puso muy cabezota, y no quiso dar marcha atrás. Entre la gente del crucero se oían quejas, diciendo: "¡Si supiera que el capitán iba a ponerse así no hubiera puesto el pie en este barco!" Otros comentaban: ¡A ese tipo no debieron de darle ese trabajo! ¡¿Cómo se les ha subido eso a la cabeza?! ¡Nos va a matar!", y muchos más. Se estaban poniendo nerviosos y yo opté por mandarles callar. dije:
-¡Silencio! Tal vez al capitán se le haya ido la olla pero debemos mantener la calma. Puede que esté oyéndonos, se distraiga y se choque contra algo, que puede que perezcamos. 
-Bueno, emmm... Tal vez no sea para tanto, ¿no? -Dijo un turista.-
-Mmmm... Tal vez, pero no se puede bajar la guardia -respondí-.
Esa misma noche ocurrió algo horrible... 

3: El hundimiento.

Como podéis leerlo, el barco se hundió. ¿Y qué ocurrió durante ese suceso? Muchas cosas. Era la una de la madrugada cuando el crucero chocó contra los restos del barco que se hundió el día anterior. Era casi lo mismo que le pasó al Titanic, pero esta vez no fue con el bloque de hielo (o iceberg mismamente), sino con los restos del barco anterior. 
La gente gritaba asustada, los niños lloraban e intentaban salir hacia las barcas, era horrible. Luigi y yo estábamos en ese momento a punto de subirnos a las barcas, cuando una avalancha de personas se dirigieron hacia donde estábamos. Parecía como si estuvieran formando una "piña". 
A mí me empujaron con tal fuerza que me caí del barco. Afortunadamente, el loco que gritaba que se iba a hundir el crucero sacó un bote salvavidas, pero se le cayó por torpe. Yo casi desciendo hacia el agua, pero gracias a él no lo hice y quedé flotando. 
Le dije a Luigi que saltase; ya que como no lograba subirse a ninguna barca. Pero no fue posible. Estaba demasiado lejos...
-¡Daisy! ¡Tranquila, todo va a salir bien!-Dijo intranquilo.-
-¡Luigi! ¡Sálvate! ¡No te preocupes por mí, procura salir de este lugar!-Grité angustiada.-
Vi que el barco parecía partirse por la mitad justo donde estaba él y, no sé cómo, pero Luigi se tropezó con algo y no pude ver nada más. Estaba a punto de llorar... Y no quería ver cómo seguía este calvario. Poco a poco me separaba del crucero y me dirigía a donde el mar me guiase.
Tenía frío y sueño... Por suerte había en ese bote víveres y una especie de plástico que no me acuerdo de su nombre, pero sé que es muy útil para no coger frío. Me lo puse. Intentaba no dormirme para saber a dónde me llevaba el mar. Fue inútil, me dormí. Al día siguiente me desperté muy cerca de una playa donde abundaban los cocos y en el que había unas ruinas de un sitio en el que sobresalía de uno de los extremos un árbol.

4: Mi isla, mi nuevo hogar.

Para los que sigan Animal Crossing New Leaf el título os va a ser muy familiar. A lo que iba, el mar me llevó a dicho lugar. Era hermoso aquel sitio, mas no tenía nada para dormir y alimentarme en cuanto se acaben los víveres. 
Por cierto, si pensáis que llevaba un pijama o camisón esa noche, estáis muy equivocados: llevaba un vestido blanco largo palabra de honor con una pequeña cinta naranja en la cintura (Si algunos lectores siguen la serie Pichi Pichi Pitch y comprendéis cómo es el vestido de Sara ya sabéis de qué os estoy hablando, sólo que no llevaba una cintita en el cuello ni tampoco una que caía desde la cintura), y de calzado unas sandalias naranjas. 
Di una vuelta por esa playa y descubrí que era una isla. Al adentrarme por el interior de la isla me topé con una zona al descubierto, en el que sobresalía un pico de un cofre del tesoro. Sin pensármelo, lo desenterré sin miedo e hice una rampa para subirlo a la superficie. 
Al abrirlo, descubrí muchas prendas de vestir. Entre ellas, había un vestido muy parecido al mío, sólo que no llegaba hasta los tobillos, sino hasta las rodillas. Encontré otra cinta naranja, sólo que tenía un poco de transparencia.
-¿Cómo es posible que estén ahí un vestido y una cinta que no tienen ni diez años de antigüedad? Creo que alguien llegó antes que yo-me dije a mí misma-.
 También había piedras preciosas y doblones en ese mismo cofre. Además, ya tenía ropa para cambiarme cada día: otro vestido muy parecido al anterior, esta vez de manga corta y un tercer vestido, sólo que es algo antiguo, de manga larga y me llega a la mitad de las piernas (ojo: no penséis que me refería a la mitad de las extremidades, sino a la mitad de la tibia y el peroné).
Lo malo es que esta última prenda me estaba pequeña. Lo bueno es que había calzado allí y todo lo necesario para agrandar el vestido. Ahora el problema era encontrar un sitio para dormir. Construí, por increíble que sea, mi nueva casa en poco tiempo: 5 horas (sin añadir los descansos y la fabricación de herramientas con lo que encontré en el cofre). 
Cuando terminé, ya se estaba poniendo el sol.. El espectáculo que se ofrecía era maravilloso. Pero estaba triste por tener que separarme de toda la gente que conocí. Esa misma noche estaba lloviznando. No era de extrañar. Esta isla se sitúa en una zona de clima tropical. 
Cuando estaba casi dormida, logré acordarme algo más sobre el recuerdo que conté al principio de la historia: el lugar en el que nos situábamos Peach y yo era La Gruta de los Deseos. Pensé que ese lugar no existía, pues ese sitio era mencionado en una serie anime y se lo han inventado. Pero creo que sí estaba, sólo que no está confirmado aún.

 5: Mientras tanto... I.

Al enterarse la gente que desaparecí decidieron hacer una reunión para rescatarme. Lo organizaron mis padres, Peach, algunos toads, Rosalina (también conocida como Estela), Mario, y no olvidarse de Luigi. ¡Ah! Y no olvidarse de que fueron allí testigos del suceso y un célebre inventor de M.K.
-Lo primero es lo primero-dijo Peach-. ¿Cómo sucedió aquel incidente?
Uno de los testigos dijo:
-Vi que Daisy se cayó al mar, pero no logré ver nada más por la muchedumbre.
-Creo que se cayó, no sé dónde, pero supongo que habrá sido en algo que flotaba, como un bote o algo-afirmó otro-.
-Yo lo vi todo-Dijo serio Luigi-. Como había mucha gente, la empujasteis y cayó al mar, pero se fue flotando en un bote.
Mi padre, muy enojado, le agarró de la camiseta y le gritó severamente:
-¡Sinvergüenza! ¡Por tu culpa mi hija ha desaparecido! Te voy a...
En ese momento Mi madre le interrumpe:
-¡Para! Él de momento sabe más sobre el caso. Déjale continuar.
-...¡Está bien! Pero no te perdonaré esto.
Luigi prosigue:
-Bueno, pues había un tipo que llevaba el bote en la mano, pero, cuando iba a tirarse con ello al mar, vino una ráfaga de viento y ella cayó al bote. Es todo lo que sé.
-De momento lo dejamos por hoy. El jueves que viene nos reuniremos en el mismo lugar a las once de la mañana-Dijo Peach-.
Y así concluyó la primera reunión.

6: Soy la cuarta persona en pisar esta isla en 30 años.

Ya pasó semana y media de lo ocurrido y no paro de encontrarme tesoros: en uno había un equipo de higiene bucal sin usar, en otra había ropa de hace treinta años aproximadamente, y en la tercera, había una corona dorada parecida a la mía, sólo que ésta tiene amatistas y en el centro una esmeralda. Había una nota. Decía así: "Hola a mi yo del futuro. Este cofre y otros más los enterré en este lugar sin árboles para cuando escasease todo lo necesario y envejezca. Este cofre no sirve para nada, sólo para recordar que era en su tiempo la máxima autoridad del reino de Sarasaland. Si alguien me encuentra ya muerta, le dejo el trono a mi hija Lilian. 25 de julio de 1979.". 
Estaba en ese momento muy asustada. A mí me dijeron que mi abuela seguía viva aún cuando era un bebé. Quise investigar más, y afortunadamente encontré su diario olvidado. Fui a la última página, en el que ponía que la rescataron sana y salva. Eso hizo que me calmara. 
Pero, eso no es todo. Una niña naufragó aquí con su padre diez años después que mi abuela. El padre sufrió una herida que fue empeorando hasta tal punto que no era posible hacer nada. La pequeña logró salir de la isla, ocho años después del naufragio, y siete del fallecimiento de su padre. Todo gracias a otro diario encontrado, esta vez al ras de la arena.
Pero, ¿qué pasa con la ropa? ¿Cómo es posible que no lleve enterrada ni cincuenta años? La niña era la responsable. Enviaban a través del mar todo lo que le gustaba y, curiosamente, lo recibía. Yo me propuse:
-Si me envían algún radar y me llega, a lo mejor podrán rescatarme.
Imposible. Era algo que no podría cumplirse. Lo importante era sobrevivir y fabricar una balsa que me lleve a la salvación.

7: Mientras tanto... II.

Volvieron a reunirse todos, esta vez para decidir cómo rescatarme.
-Bienvenidos de nuevo-empezó Peach-. Esta vez vamos a buscar alguna manera de encontrar a Daisy. Bien, comencemos.
-El problema es que sea encontrarla con vida-dijo un toad-. ¿Cómo lo haremos?
-Tal vez pueda buscarla en el Planetarium-propuso Rosalina (O Estela)-.
La gente estaba pensando tal idea.
-Me parece buena idea-afirmó Mario-.
-Y yo-aceptó su hermano-.
-Y nosotros-afirmaron el resto-.
Al estar todos de acuerdo Peach dijo:
-Pues como todos estamos de acuerdo, esta tarde iremos al Planetarium.
Dicho eso, se marcharon. A las cinco de la tarde sólo vinieron Mario, Luigi y Peach. Fueron al interior, hacia un telescopio dorado.
-Con esto a lo mejor logramos divisarla-dijo Rosalina-. Luigi, ¿sabes dónde ocurrió dicho accidente?
-Sí, fue más o menos por ahí-respondió apuntando a un lugar del mar-.
-Muchas gracias-respondió ella-.
Estuvo mirando islas cercanas al lugar de los hechos. Tras una hora, gritó:
-¡Chicos! ¡Creo que he encontrado a Daisy!
En ese instante corrieron como locos hacia ella.
-Creo que es ella... Voy a acercar un poco más...
Estaba esperando a que yo mirase hacia el cielo.
-¡Sí! ¡Es ella! ¡Voy a intentar sacar una foto de ella y el lugar donde está!
Mientras ella iba a por la cámara, Peach fue a echar un vistazo en el lugar en el que estaba.
-La veo, pero... ¿Qué hace? Está... ¿Desenterrando?
Al volver Rosalina tuvo que apartarla del telescopio por si lo apuntaba a otro sitio. Una vez hecho eso, fotografió y la dejó de nuevo. Volvió a mirar y me pilló cogiendo el cofre de tesoro que me cambió la vida... 

8: El collar que me convirtió en una criatura mitológica.

Mientras Mario y compañía me observaban desde el Planetarium yo me decidía a desenterrar a unos pasos de las ruinas del castillo o lo que fuese. El motivo por el que me impulsó a hacerlo fue un mapa partido en el mismo número de cofres que había en la isla. 
Al desenterrarlo, la sorpresa fue un cofrecito con cerradura. Al parecer, la llave estaba colgando en una rama baja del árbol de las ruinas (me costó buscarlo porque sea la persona que sea dificultó la búsqueda con una acertijo). Lo abrí, y vi que en el interior había una carta y un collar naranja con una conchita en el centro. Antes de nada leí la nota. Decía: 
"Querido o querida buscador o buscadora:
acaba de hallar uno de los collares más misteriosos de todos. Este collar pertenecía a la princesa Sara, máxima autoridad del reino del Índico. Tal vez os sea raro, pues Sara no era humana, sino una sirena. Quien se ponga este collar puede cambiar su forma humana a la de una sirena con tan sólo tocar el agua, sea de río o de mar. Si se abandona la zona o se quita alguna parte del cuerpo del agua recuperará la forma natural. Mas no penséis que es coser y cantar. Esto sólo funcionará si quien se pone el collar es una mujer o una niña, ser buena de corazón, también ser de sangre azul y cuyo color favorito sea el naranja. Si no se cumple ninguno o todos los requisitos no servirá. En el caso de no ser una princesa o reina será plebeya.
6 de agosto de 1789."
Me dije al instante:
-¡Imposible! ¡¿Cómo un collar va a ser capaz de convertirme en sirena?! Es algo improbable! Buf... Seguro que no funciona...
Me lo puse y, de repente, comenzó a brillar. Ese destello hizo que se pusiera de naranja la zona en la que estaba. Pero eso no es todo: saltaron también dos luces, una rosa y otra azul claro. Unos segundos después dejaron de brillar el collar y las otras luces o lo que fuese.
Me fui algo desconcertada a sentarme en una parte lisa de las ruinas pegada al mar. Al tocar con el pie derecho el agua, volvió a brillar el collar, esta vez con mucha menos intensidad, y...
-¡No me digas que...!-Grité asustada- ¡Soy una sirena!
Me miré en el reflejo del mar y... ¡Caso extraño! Tenía el pelo hasta las rodillas, ondulado, con las puntas como las suelo tener y el resto de la cara normal. Pero, al verme el resto del cuerpo, era como en la serie Pichi Pichi Pitch, sólo que no llevaba un brazalete como las demás. Al intentar mantenerme lo máximo posible firme, me caí al agua y descubrí algo más: las sirenas ven perfectamente, tanto en tierra como en mar. Ya estaba anocheciendo y decidí salir del agua. El espectáculo era como la primera tarde en la isla, sólo que logré acordarme algo más sobre aquella noche en la Gruta de los Deseos: deseamos ella y yo tener un collar como el que llevaba (y llevo) para ser sirenas siempre que nos lo poníamos y tocábamos el agua con ellos. 

9: El origen de las luces rosa y aguamarina I.

Mientras yo leía, Estela teletransportó a todos a M.K. Peach se dedicó esa tarde a pasear en la playa con Mario, y, cuando se iban a despedir...
-Bueno, ¡hasta mañana Peach!-dijo Mario-
-Vale, adios-se despedía Peach-.
Unos minutos más tarde de que él se fuera, Peach divisó una perla rosa en el agua. Ella, intrigada, cogió la perla y, al cabo de unos pasos, encontró un collar con una concha en medio igual que el mío, sólo que era rosa.
-¿Y esto?-se preguntó- Es muy bonito para tirarlo al agua de esa forma... Pues, como dice la frase: "el que se lo encuentra se lo queda".
Al instante de ponérselo, su collar también brilló y divisó, aparte de la intensa luz rosa, el brillo de mi collar y el de la misteriosa luz aguamarina. Como estaba tocando ese momento el agua, nada más terminar ese destello, se cayó al mar (igual que yo en aquel momento, jeje) y, extrañada, miró el motivo de su caída. Ella también tenía cola y el pelo, a diferencia que el mío, llegaba casi al final de la cola. Extrañada, salió del agua y recuperó si forma natural. Al llegar al castillo decidió mirar por Internet qué era ese collar;ya que le había provocado tal suceso. Vio que era un collar misterioso ,y, bueno, ya sabéis cómo iba, no lo diré por no ser cansina. Continuo: para saber dónde provenían esas luces decidió ir mar abierto para investigar. Fue hacia mi dirección, pero, fue imposible: era peligroso ir por la noche a mirar, y mucho más si hay fauna peligrosa, como los tiburones o las orcas. Pero, posiblemente os preguntáis de dónde venía la tercera luz.

10: El origen de las luces rosa y aguamarina II. 

¡Vamos con la tercera luz! En ese momento Rosalina estaba viendo su álbum de fotos de cuando era pequeña. Nada más cerrarlo, pasó cerca del Planetarium una estrella fugaz. Ella pidió un deseo. ¿Cuál? Es un secreto, no me dijo qué era lo que pidió... A lo que iba. Cuando desapareció el asteroide vio que dejó en el suelo de la terraza el mismo collar que tenía yo, esta vez de color aguamarina.
-¡No me digas que es uno de los collares misteriosos!-dijo sorprendida Rosalina- ¡Voy a ponérmelo, a ver qué pasa!
Como pasó antes, su collar brilló como el de Peach y el mío. Se asustó un poco, pero. al ver por la terraza las otras luces, nos fotografió antes de que dejasen de brillar nuestros collares. Una vez apagadas esas luces dijo:
-Vale... Eso fue muy raro, por cierto-dijo Rosalina algo confusa-.
Ella se decidía a ir al lavabo a peinarse cuando, tocó la pila aún húmeda y, como dije en la parte anterior, al tocar el agua se transforma una en sirena. Pues la pobre casi se mata al perder el equilibrio, pero, aunque no se haya dado con la pila, se cayó al suelo.
-¡Ah! ¡Cómo me duelen los brazos! Al menos no me he dado en los dientes, que eso es aún peor-dijo algo dolorida por el golpe-.
Pero, cuando iba a levantarse de nuevo...
-¡¿Pero qué me ha pasado?!-se preguntó muy asustada- ¡Y pensaba que eso era un mito!
Ella también le pasó lo mismo que a mí. Y ese fue el origen de esas luces. 

11: Intento salir de la isla.

Una semana más tarde decidí usar el collar para ir a mi reino. Eran las ocho de la mañana. Me puse el accesorio en el cuello y toqué el agua con los pies, que eso hizo que me convirtiera en aquella criatura mitológica. Nadé a mar abierto y...
-¡Oh, venga ya! ¡¿Tiburones?! De verdad... Esto es una ratonera, no hay forma de salir de este lugar-me dije a mí misma-.
En ese momento vi cómo un pulpo y un jurel pasaban cerca de mi. El pulpo permaneció en el lugar en el que estaba, pero el otro pez fue allí sin ningún temor. Vi cómo en menos de diez segundos le divisaban y uno de esos tiburones se lo devoraba en un abrir y cerrar de ojos. 
Pero el pulpo, no sé cómo lo hizo pero se camufló entre algas, cogiendo ese color marrón y verde que tienen. Al parecer, los tiburones no le prestaron atención debido al color cogido, y éste pasó poco a poco entre aquel montón de algas, hasta que le perdí de vista. Se me encendió la bombilla y eso hizo que dijera:
-...O tal vez sí.
Cogí un puñado de algas y me las puse por todo el cuerpo. Pasé por el mismo conjunto y lo crucé sin problemas, hasta que vi que se terminaba el camino. No tuve más remedio que nadar deprisa porque si no era ya su desayuno. Nadé a una velocidad tremenda. En unos minutos vi que había poca profundidad y fui nadando hacia el exterior. Era una playa con bastantes palmeras y cocos. Grité:
-¡Por fin!
Pero... Cuando caminaba hacia uno de los lados de la playa para ver si había algún puerto, la playa me era familiar.
-¡No puede ser! ¡¿Cómo he llegado al mismo lugar?! ¡No!
¡Era la misma isla! Kilómetros recorridos para volver al punto inicial... Estaba decepcionada en aquel momento. Cuando parecía que iba a salir de ese sitio, voy y regreso...

12: Van a rescatarme en un día especial.

Todos mis amigos decidieron el medio por el que fueron a rescatarme, y fue en barco. Pero no es un barco de esos antiguos, no no no. Era uno grande de titanio, como uno de esos de la marina de actualmente, pero mejor. Los que lo manejaron fueron, naturalmente, Luigi, Mario, Peach, Rosalina, algunos toads de M.K. y de mi reino. 
El inventor que hablé en la parte 5 logró crear un sensor que guiaba a todos por el punto correcto para ir a la isla en la que estaba. Era 20 de diciembre. En aquel momento ya habían pasado cuatro meses justos de lo ocurrido. Yo estaba en ese momento preparándome para la Navidad. 
Iba a celebrarlo en la isla, así que aproveché en ello: modifiqué el vestido de manga larga, quitando la parte de los hombros haciendo que lo sostenga unos tirantes, cogiendo la forma más o menos del vestido de Rosalina, sólo que éste es sostenido por los anteriores tirantes y no olvidarse de la decoración de la casa, que hice con la ropa vieja un mantel para la mesa y con lo que sobraba una tela que colgase de la puerta. Ya pasaron cuatro días de la preparación, y, en Nochebuena, divisé un barco. 
Cogí un catalejo, y al parecer eran mis amigos. Pero, eso no es todo. El barco estaba como si hubiera pasado por una zona en la que éste era azotado por las olas y una fuerte tormenta.

13: Un imprevisto gordo.

El motivo por el cual aquel barco estuviera en esas condiciones fue lo siguiente. En la noche del 22 de diciembre se desató una fuerte tormenta.
-¡Esto no lo había previsto!-Gritó Luigi-
-Ya, ya...-dijo irónico Mario-
En ese momento comenzaron a discutir. 
-¡Y mira que te dije que mirases la previsión de esta semana! ¡Y el muy cabezota de mi hermano no me hace ni caso!-gritó Mario
-¡Pues mira listillo! ¡Si piensas que el que tiene que manejar el barco eres tú, adelante! ¡Pero si pasa algo, cargarás con todo!-dijo muy alto su hermano-
-¡¿Cómo?! Escúchame bien Luigi: no te he dicho que el que tiene que manejar ese barco sea yo, porque ir a rescatar a la niñata de Daisy... ¡Ups! ¡Se me escapó!-dijo Mario-
-¡Ni "se me escapó" ni nada! ¡Si no hubiese sido por ella yo no estuviera aquí para contarlo!-gritó Luigi-
Y eso hizo que el barco, al no ser manejado ese momento, fuese azotado por las olas. Peach, muy furiosa, les dijo:
-¡Callaos de una maldita vez, si no queréis morir aquí en este barco! ¡Como os vea de nuevo discutir os hago picadillo! ¡¿Me habéis entendido?!
-¡Sí!-dijo Mario temeroso-
-¡Peach, me das miedo!-dijo asustado Luigi-
Luigi volvió a coger el timón, pero ese descuido casi ha provocado la pérdida de un toad. Afortunadamente, salieron de aquella tempestad ilesos.

14: Esta noche es Nochebuena y mañana Navidad.

Era la noche del 24 de diciembre. Cuando vi el barco, ya había terminado de cenar. Cogí el catalejo. No se veía muy bien quiénes eran esas personas y el estado del barco, y, como dije anteriormente, eran mis amigos. Estaba muy ansiosa, quería largarme de ese lugar. 
Así que encendí una antorcha y la moví, pero, sólo observé que me saludaban y afirmaban que era yo en vez de ir a por mí. Era normal, pues el reloj marcaba, según me dijeron, las 10 de la noche. En la mañana de Navidad, recibí mi regalo: mi rescate. 
Eran las 11 de la mañana cuando vi que gente de aquel barco bajaba hacia las barcas, como si hubiésemos vuelto al siglo XVIII. Me puse mi vestido favorito de la isla, el de palabra de honor y corto. Quise ir hacia las barcas, pero, pensándomelo mejor, fui primero a por el desayuno. 
Ya pasadas unas horas, a las 3 de la tarde, me topé con Peach. Grité:
-¡Peach! ¡Que alegría verte!
-¡Y yo!-respondió ella-
En ese momento nos dimos un fuerte abrazo. Llegó Rosalina segundos después y también me abrazó. Aquel día Peach no pudo contener las lágrimas... Las invité a mi casa, pero, estaba en un árbol, y eso hizo que Peach tardase más en subir, pues llevaba vestido.
-¡Ag! ¡Eso me pasa por llevar vestido! ¡Esperadme!-dijo Peach-
-Sin ofender, pero, ¿por qué te pones vestido aunque vayamos a una isla como esta?-preguntó Rosalina-
-¡¿Me estás llamando maniática?!-dijo con tono amenazante- ¡Te voy a hacer puré!
-¡Eh! ¡Yo no he dicho eso!-gritó Rosalina-
-Sí lo has dicho-dijo Peach-.
-No-respondió Estela-.
Estuvieron diciendo "Sí" y "No" durante un minuto. Al final grité:
-¡¡¡SILENCIO!!! ¡PARAD DE UNA VEZ!
-¡TÚ NO TE METAS!-respondieron las dos-
Y siguieron discutiendo. Yo me dirigí hacia uno de los extremos de la casa y cogí una rama para bajar. Cuando bajé del árbol aún discutían, así que me fui hacia las ruinas para ver un poco el paisaje mientras espero a que paren de discutir. Todo por un vestido. Tenía sed, así que fui al río de la isla. Allí me topé con mis amigas. Me explicaron que ya han solucionado el problema.
A las cinco y media de la tarde más o menos, estaba paseando con Peach. Cuando fui llegamos casi a las ruinas, me topé con Luigi. Sin pensármelo dos veces, corrí hacía él y le abracé. Él también me abrazó fuertemente, y, como muestra de agradecimiento, le di un beso. Aquella tarde fue la primera en la que lloraba. Acto seguido, dije muy bajito:
-My... Swetty.
Minutos después, cogí todo lo que necesitaba: los vestidos y el collar. Fuimos al barco y, a la mañana del 31 de diciembre, ya puse pie en Sarasaland. Tardamos más de lo normal porque había tormenta en una zona y no hubo más remedio que alargar el trayecto.
Cuando llegué al castillo, mis padres fueron corriendo hacia mí y nos abrazamos. Segundos después me despedí de Luigi y fui a mi habitación. Estaba tal y como la dejé la última vez.

15: Ángel de la guarda, dulce compañía.

Un mes más tarde, me levanté a mi hora habitual, pero, ésta vez cogí el móvil para hablar con Peach; ya que quería ir a su reino. Cuatro horas después llegué al castillo en autobús. No penséis que no tengo coche o limusina, aquel día quería usar transporte público. Y como los dos reinos están cerca, no había problemas. 
Llegué y charlamos por aquel reino... Hasta que llegó Mario. Ella se fue con él sin pensárselo dos veces. Me dirigí a la playa. No me iba a olvidar del collar, porque ya me temía yo que se fuera con él... 
Mientras nadaba en la playa vi a Luigi con varios toads, todos con arcos y flechas como si estuvieran practicando el tiro con arco. Inmediatamente bajé la cabeza. Dicen que si un humano descubría que la persona que tiene al lado era una sirena, esa criatura se convertía en burbujas. ¡No vaya a ser verdad a pesar de ser una serie! 
Pero tuve que salir de allí: un toad me confundió con un pez y decidió atacarme. Salí con el susto en el cuerpo. Y, cuando decidía marcharme, estaba allí Luigi. 
-¡Hola Daisy!-saludó-
-Hola-saludé yo también-. Una pregunta: ¿Qué haces con ese arco?
-Estaba haciendo una apuesta con unos toads-respondió-.
-Ah, vale-dije. ¿Paseamos?
-Vale-respondió-.
Estábamos paseando en la playa cuando vimos desde abajo (aquella playa se situaba bajo un pequeño acantilado, no llegaba a los 5 metros de altura) un ejército formado por koopas, en el que estaba al frente Bowser. De repente, un koopa nos divisa en la playa y coge también un arco y una flecha y nos apuntaba.
Cuando lo lanzó, sentí un dolor horrible en el abdomen. Miré por qué, y, pasó justo lo que me temía: me dio a mí. Me quedé petrificada mirando aquella flecha. Mientras, Luigi respondió a aquel ataque lanzándole también otra flecha, ésta vez directa a la cabeza.
-Daisy, ¿estás bien?-preguntó-
Al momento de preguntar se quedó mirándome preocupado, mientras procuraba retirarme la flecha con cuidado, pero eso no iba a ayudarme a salir viva. Me fallaron las piernas y caí al suelo. Él me miraba cada vez más preocupado a la vez que decía: "¡No! ¡No, no, no! ¡No te mueras!". En ese instante vi pasar mi vida delante de mis ojos...

...la cara de mis padres...
    
               ...la primera vez que planté un árbol...

                                 ...cuando me regalaron a mi actual mascota...
                                           
                                                               ...y el recuerdo de la Gruta de los Deseos.

De repente, cuando pensé que iba a expirar, una luz iluminó aquel nubarrón. De ella salía una niña de unos 6 años, vestida de blanco con una cinta dorada en el pelo. Se acercó a nosotros y, miró fijamente la herida. Al instante se curó y me dijo:
-Puedes quedarte más tiempo viviendo, aún no ha llegado tu hora.
En ese momento, descendió otro destello. Salía de ella un niño con la misma vestimenta que ella, sólo que éste llevaba no tenía la cinta (eso está más claro que el agua), pero sí un cinturón del mismo color que la cinta. Éste se dirigió a Luigi y le explicó que si no salía de allí iba a perecer. Los dos hicieron una luz con las manos y nos expicaron que aquel destello nos guiaría a zona segura. Antes de marcharnos, dije:
-Oye niña, antes de nada, ¿cómo te llamas?
-¡Sarah! ¡Me llamo Sarah!
Y desapareció. Luigi hizo la misma pregunta al niño, y éste le dijo que su  nombre era Felice, y que Sarah y él son nuestros ángeles de la guarda. Fuimos hacia donde nos guiaba la luz. Al parecer era mi reino, Sarasaland. Como su casa estaba en M.K. tuvo que dormir en un hotel, y yo, como es mi costumbre, en mi habitación del castillo. 

16: Mientras con Peach...

Cuando yo estaba entre la vida y la muerte, Peach fue capturada por Bowser. Pero no por mucho tiempo...
Ella estaba hablando en su castillo con Mario cuando Bowser apareció entre una espesa nube de polvo y decidía atraparla. Ella, entonces, no supo qué hacer: o ser capturada y esperar a que la rescataran o usar el collar. Vio que los dos luchaban y que Mario era derrotado. No hubo otras opciones. Había que usar el collar. Entonces se dijo dubitativa:
-¿Cómo era la frase que decían en la serie? Voz... Voz... ¡Ah sí!
Entonces gritó:
-¡Voz rosa perla!
Vio cómo su vestimenta cambiaba de su vestimenta habitual a otro más detallado y algo más corto: de llegar a los tobillos a llegar por encima de las rodillas. Entonces, una voz se dirigió a ella y dijo: "Canta". Ella, algo confusa, procuró cantar la canción: "En el Paraíso de los Siete Mares".
Vio que Bowser se alejaba de su castillo tapándose los oídos, como si a él también le afectase. Se dirigió a Mario ya con su ropa de siempre, y le llevó hasta su casa. Algo desconcertado, agradeció a Peach que le hubiese ayudado.

17: Me mintió desde la primera cita.

Era 24 de enero. Peach y yo habíamos quedado para ir a comprar ropa para cuando se acerque San Valentín. Compramos muchas prendas en diversas tiendas: de zapatos, de ropa, de accesorios...
Yo sólo me compré unas botas, un pantalón y un jersey de color naranja. Quería ir informal. Pero Peach... Creo que es mejor que no salga de compras. Se ha pasado todo el día comprando vestidos, zapatos, pendientes, etc.
Cuando ya estaba en mi habitación vi una nota que llegó a mi terraza de una ráfaga de viento. Era de un diario. Decía:
"23 de enero de 2013.
Estos últimos días he visto que Luigi está saliendo con la bruta de Daisy. ¡Esa niñata me tiene hasta las narices! ¡A ver si algún día aprovecho que no está y se lo arrebato! ¡Yo le amo! ¡Y él a mi seguro!
Mi firma: Michelle."
Guardé la hoja muy furiosa para ver qué pasaba entre Luigi y esa tal Michelle. Al día siguiente fui a M.K. para hablar con él. Le vi paseando. Fui y le empujé. Acto seguido, me dijo:
-¿Pero por qué me empujas? ¿Qué te he hecho?
-¡¿Que qué me has hecho?! ¡¿Que qué me has hecho?! ¡Mira lo que pone en esta nota!-respondí muy furiosa-
Al terminar de leerla, respondió:
-¡Escúchame Daisy! Michelle era una antigua compañera de clase que tenía en quinto. Esa chica siempre decía por ahí que éramos pareja, cuando en realidad no lo éramos.
-Sí, sí. Y luego quieres que me trague esa chorrada, ¿eh? Pues que sepas que no ha funcionado. ¿Y sabes qué más? ¡Que hemos terminado!
Me fui furiosa a mi reino y, una vez en mi cuarto, no hice más que llorar como una cría. Aún tenía a mis amigas, pero ver a Peach con Mario hacía que tuviera más odio hacia el amor. Incluso discutí con ella y Rosalina. Me estaba volviendo loca. Tanto que decidí empezar desde cero, pasándome por otra persona. 
La noche del 13 de febrero decidí irme a Japón. Cogí un millón de yenes, un pasaporte (falsificado), una mochila con todo lo necesario y marché hacia Tokio. Dormí en un hotel. A la mañana siguiente alquilé un piso. El edificio, no era un edificio. ¡Era un rascacielos! En unos días conseguí trabajo, muebles y olvidarme del pasado.

18: Creo que me he pasado...

En Sarasaland volvió a reinar el caos. Al ver mis padres que me había fugado, decidieron hablar con la familia real de M.K. Hicieron casi lo mismo que cuando naufragué, sólo que ésta vez procurarán no llamar mucho la atención. Investigaron en mi habitación, las cámaras de los dos reinos, etc. 
Cuando supieron que era por la relación rota, Peach quiso ir a mi ubicación para convencerme de que volviera a Sarasaland. Al extender la noticia por los dos reinos, Luigi también se apuntó, con el mismo fin, añadiendo el tema de la relación, para demostrarme que estaba siendo sincero conmigo. A finales de febrero empezaron a buscarme.
Mientras ellos estaban buscando dónde vivía, yo ya me había hecho popular. Era por el oficio, pues era actriz, bajo el nombre de Christine. Estaba satisfecha con casi todo, salivo cuando veía a alguna pareja junta. Era lo único que no me gustaba de mi nueva vida. 

19: Una nueva amiga.

En carnavales decidí irme a Estados Unidos para conocer Nueva York un poco más. Por cierto. Me pareció increíble que, con tan sólo pasar por delante del director de una película se haya girado a mí para preguntarme que si quería participar en un Casting para salir en una película en la que unos días después estaba en el papel. Pero me pareció extraño, pues normalmente revisan si hice la carrera de famosa en el cine y yo no lo hice, pero salía de protagonista.
Bueno, a lo que iba. Me fui a Nueva York la semana de Carnaval. Al primer día fue algo estresante porque estaba todo a rebosar de gente. Llegué a un hotel, ni muy caro ni muy barato. Aún no tenía suficiente dinero como para permitirme otros lujos, como el de ir a un hotel de cinco estrellas, o alquilar un yate o algo por el estilo.
Al segundo día iba con la ropa que compré el 24 de enero, añadiendo un abrigo bien grueso. Iba a pasear por el Central Park cuando vi a una chica de mi edad. Ella se dirigió a mí y me dijo:
-¡Hola! He oído que vas a salir en una película que se va a rodar por Tokio y por esta ciudad. ¿Quién eres?
-Pues yo soy Christine. Y sí, voy a salir en una película como tú dices-respondí insegura-.
-¿Vas a salir en "Ataque a Tokio"?-preguntó cada vez más interesada-
-Sí-respondí-.
-¡Qué casualidad! ¡Yo también! Me llamo Denise-dijo ilusionada-. Perdón si me he comportado de esa forma, no suelo ilusionarme y simpre que lo hago parezco una niña.
No me fiaba mucho de ella. Tal vez sea alguna ladrona. Pero todo cambió al enseñarme su piso. Era enorme a pesar de estar en un edificio.
-Y tú... ¿Dónde vives?-me preguntó-
-No vivo en esta ciudad, vivo en Tokio-respondí-
-Pues... ¿En qué hotel estás?-volvió a cuestionarme-
Le dije la dirección del hotel y me fui. Me dijo que tenía un problema. Ella, al igual que yo en su tiempo, rompió con su novio por una desconocida y discutió con sus amigas, y que estaba igual que yo. Sola, sin amigos, con la única compañía de los vecinos. Le conté mi problema también, pero no dije nombres por rabia a decirlos.

20: Siguen una pista falsa.

Mientras, en M.K., Luigi y Peach observaron a gente que se pareciera a mí, en las que entre ellas estaba yo. Habían 17 personas en la lista contando conmigo. Para ellos era demasiado, así que, con pruebas de ADN se redujo a 2 personas: a una tal Daniela y a mí.
El 21 de abril, al tardar demasiado con las pruebas porque estaban buscando a una entre millones de personas, fueron a la casa de Daniela, en Venezuela. Daniela era una muchacha también de mi edad casi igual que yo, sólo que ella era morena y de ojos marrones.
Entró Peach en su casa como si fuese una visita normal. Fingió que trabajaba haciendo encuestas, y comenzó a hacerla preguntas en las que no tuviera nada sospechoso para ella. Al terminar vio que no era ella. Daniela no está interesada en nadie y no salió con nadie. Además, si ella fuese yo hubiera tapado más la apariencia para que no sospechen tanto.
Volvieron a M.K. para descartarla. Yo era su próximo objetivo

21: Naufrago por segunda vez.

El 15 de mayo, no sé cómo, pero llegó una borrasca que provocó nevadas por el noreste estadounidense. Aquel día estaba comprando un piso allí. Me sentía rara. Había empezado desde cero. Tenía una amiga, era famosa y podía permitirme cualquier lujo porque era millonaria. Pero notaba que me faltaba algo más aparte de todo eso.
El 16 de mayo, a la 1:30 de la madrugada, salí a pasear. El paisaje que se ofrecía era espectacular. En ese momento estaba paseando por un parque. Al sentarme en un barco noté como si alguien me estuviera espiando. No sabía si era algún ladrón o un paparazzi.
Pero supe quiénes eran, pues una de esas personas iba con una gorra verde. No me atreví a mirar hacia atrás. Al verlos supe que era el remordimiento lo que me estaba provocando tal sensación. Así que, definitivamente, se pudo decir que mi felicidad había naufragado. 
Al levantarme noté como si esas sombras se acercasen a mí cada vez más. Entonces dije:
-¿Quién está ahí?
Vi que eran Peach y Luigi. En ese instante corrí comentando "¡Imposible! ¡Estoy alucinando!". Al llegar a mi piso quise regresar y pedir disculpas, pero sabía que era demasiado tarde, pues si volvía tal vez no estuvieran y si me los encuentro no me perdonarían.
Esa noche tuve un sueño. Estaba en el salón de mi piso leyendo un libro. De repente, alguien llamó a la puerta. Era Peach. Quise cerrar, pero puso el pie y se coló. Me dijo:
-¿Sabes en qué líos te has metido ahora?
-Déjame...-respondí-
-¡No! Ni "déjame" ni nada. En Sarasaland se inició una búsqueda intensiva, todo por ti. ¿Y tú estás ahí como si nada? Es tu reino y debes permanecer allí pase lo que pase. ¿Por qué crees que estoy aquí? ¿Para saludarte solamente?-dijo reprimiéndome-
-Primero, yo ya no reino allí. Segundo, me da igual para qué estás aquí, como si fueses a saludarme como tú dices o para hacerme una encuesta o lo que sea. Tercero, ¡fuera de mi casa! Estoy hasta el moño de vosotros. Si no hubiese sido por la estúpida de Michelle y su amor a Luigi no estaría aquí. Déjame-respondí algo más enojada-.
-¡Ah no, chata! Te vas a ir a Sarasaland lo quieras o no-dijo ella-.
-¡HE DICHO QUE ME DEJES!-grité furiosa-. 
En ese instante la empujé con todas mis fuerzas hacia fuera. Estaba malherida. Sujetándose el brazo izquierdo, continuó:
-¿O regresas y vuelve todo a la normalidad o te quedas en este lugar, en el que, a pesar de salir de tu vida cotidiana y empezar otra, seguirás triste? Piénsatelo bien.
Al terminar la frase me desperté. Aquel sueño me hizo plantearme el regreso... 

22: Denise es... ¿La princesa sirena de la perla añil?

El 6 de julio Denise y yo fuimos a España para conocer más su cultura. Vimos diversas ciudades: Madrid, Toledo, Sevilla, La Coruña, Zaragoza... Eran preciosas. A lo que iba, nosotras fuimos a una playa de Valencia. Aquel día olvidé quitarme el collar. Vi que Denise llevaba uno igual que el mío, sólo que era añil. Murmuré:
-Tengo que dejar el café por un tiempo.
Al ir a la playa la pregunté que dónde consiguió el collar. Ella respondió:
-¿Este collar? Pues... Lo compré en una tienda de recuerdos. ¿Y el tuyo?-por un momento se quedó mirándolo fijamente y, tras hacerlo, continuó-¡Qué curioso! Es igual que el mío sólo que en naranja.
-Me lo encontré en la arena-respondí-.
Estuvimos hablando durante un rato de nuestra vida cotidiana. Le conté lo del sueño, y esta me dijo:
-Lo del diálogo creo que ya sé por qué es-dijo con seriedad-...
En ese momento estaba asustada. Me dije para mis adentros: "¡Oh, no! Va a pensar que estoy loca...".
-¡Aún tienes el problemilla de tu pareja y tus amigas! Pero... ¿Tienes consolas en tu casa?
 Me llevé un gran susto ,y, al parecer, no era lo que me esperaba. Hice bien en pedir consejo para superarlo-dijo pensativa-.
-Em... ¡Sí! Aún no lo he superado, pero no tengo consolas en mi casa. Creo que fue por cruzarme por cruzarme con esos chicos que estaban con la videoconsola-respondí-.
-..Vale-dijo con un tono algo serio-.
En ese momento pasaron unos tipos muy cerca de nosotras que acaban de salir del agua. Denise dijo:
-Voy a bañarme. ¡Hasta ahora!
-¡Espera!-respondí-
Por suerte sólo habíamos traído de más unas toallas para secarnos, una botella de agua y vasos, así que si alguien quería robarnos no iba a obtener ningún beneficio. Lo que me alarmaba era si se volaba la sombrilla. 
Se dirigió a una zona muy profunda de la playa, en la que se tiró sin pensárselo. Yo también lo hice. Las dos nos convertimos en sirenas y, tras eso, fui a por ella, la agarré del brazo y la dije:
-¿Así que tú también lo eres?
-Sí-respondió secamente-...
Vi que no llevaba el collar de una súbdita de un reino concreto. Bueno, más que súbdita, ciudadana. ¿A qué iba? ¡Ah, sí! Denise llevaba el collar de la máxima autoridad, y no el de una plebeya. 
Pregunté si ella tenía algún lazo familiar con alguien de la realeza. Me respondió no muy segura que su madre se casó con un príncipe y, unos meses después de su nacimiento, se divorciaron y ella estuvo viviendo con su madre porque el príncipe ese no la aceptaba por la discusión que hubo. Se sabe que él está arrepentido por ello porque lo dijeron en una revista.
-¡Increíble! ¡A pesar de no ser según la ley parte de ellos, por naturaleza sí lo eres!-dije-

23: Dicen que si no estás con gente te vuelves loco.

El 23 de septiembre decidí pasar el día en mi casa. En agosto salí en otra película y ya estaba cansada de tanto madrugar. Denise es una buena amiga, pero, aún seguía pensando en mi anterior vida. 
Ese día quise usar la ducha, así que me quité el collar y esperé a que saliera el agua. Ver mi forma humana sólo me hizo recordar en un partida de boleyplaya en la que estaban todos mis amigos animándome y, si no hubiese sido por ellos, nunca lo hubiera ganado.
Al salir del baño y cambiarme vi a mi ángel de la guarda, Sarah, acercándose a mí enojada.
-¡Pero bueno! ¿Vas a seguir así? ¡Venga, vé y discúlpate! ¡Si no lo haces seguirás así de mal!-me dijo preocupada-
-¡No! ¡Ni hablar! Seguro que, como ya soy un estorbo para ellos, han decidido no ir a buscarme, y ahora me estoy volviendo loca por culpa de ellos-respondí-.
-¡Tú no sabes lo que está pasando ahí fuera! Te están buscando como locos. Y no debiste haber hecho caso a esa nota. Y... ¡¿Qué te has hecho en el pelo?! Lo tienes negro y... ¡Aj! ¿Tú crees que por tener el flequillo recto y el resto del pelo también vas a cambiar?-preguntó aún más enfadada-
-¡No es recto del todo!-respondí secamente- La parte de delante es algo más larga que la de atrás y...
-¡¿Pero a tí se te va la olla o qué?!-gritó Sarah- ¡¿O vas y te disculpas o te quedas aquí sin despegarte de esa tristeza?!-interrumpió- Te lo digo por tu bien.
En ese momento desapareció. Quería hacerlo, pero me daba vergüenza...

24: ¡Estoy harta!

El 31 de octubre estaba muy loca. Llegué hasta tal punto que pensé en quitarme la vida...
Tras un paseo por las calles de Tokio, fui a mi apartamento y me dirigí hacia la terraza de mi piso. Acto seguido, me quité el collar y escribí allí la siguiente nota:
"Hola, anónimo o anónima:
Como puedes ver, me he quitado la vida. El motivo fue por problemas sociales con mi novio y mis amigos. Sé que es algo estúpido, pero me afectó bastante. Cometí un error y nunca me lo quise perdonar, ahí la razón por la que me impulsé a hacerlo. Y, por otro lado, me gustaría dar el collar que está al lado de la nota a mi única e inseparable amiga Denise.
Christine Tanner."
Una vez terminada la nota, la dejé en la mesilla de noche y, decidida, me coloqué para saltar. Pero, en ese instante, apareció Sarah, mi ángel de la guarda. Entre lágrimas, dijo:
-¡Por favor, no saltes! ¡No soporto ver cómo alguien como tú se quita la vida! ¡No te lo mereces! ¡Aún tienes más vida por delante! ¡Y hablo de una muy feliz! ¡Hazme caso, te lo ruego!
Yo estaba llorando desconsoladamente en ese momento. Me paré a pensar unos minutos y dije:
-Pues... No sé... A lo mejor prosigo.
Ella paró de llorar. Entonces comentó:
-Entonces, ¿dejarías la idea de quitarte la vida?
Dubitativa, pensé un poco.
-Sí-respondí-.
Cogí la nota y la rompí. Me puse el collar e hice lo posible para fingir una desaparición. Era ya 1 de noviembre cuando salí de mi piso, pues aquel hecho ocurrió a las doce menos cinco de la noche. Fui al hotel en el que estaba aquel día Denise. Llamé a la puerta y la anuncié que me siguiera. Ella aceptó, pero, la pillé cogiendo una especie de navaja multiusos y la oí murmurar algo de que no se fiaba mucho de mí.
Fuimos a un portal que conectaba el planeta Tierra con Mundo Champiñón, mi planeta natal. Al cruzarlo con ella, Denise dijo:
-¡¿Pero a dónde me has llevado?! ¡¿Qué es esto?!
Ella estaba muy asustaba y me decía cada pocos segundos que quería volver. Yo contesté:
-Aunque te parezca algo imposible, si miras bien el paisaje sabrás dónde estamos.
Se quedó mirándolo extrañada y dijo al instante:
-No me digas que me has llevado a una feria de estas de videojuegos...
-¡No!-respondí-¡Fíjate bien! ¡Presta mucha atención al paisaje!
Caminó hacia el centro de M.K. y dijo:
-¡Estoy soñando! ¡Es imposible que este lugar lo sea!
-¿Pero puedes decírmelo?-pregunté-
-Si lo digo creerás que estoy mal de la cabeza, pero lo diré:-dijo medio asustada- es M.K.
-¡Correcto!-respondí-
-¡¿En serio que estamos allí?!-preguntó-
-Por supuesto-respondí-. Te llevo a este lugar para preguntarte una cosa. Y es: ¿Te gustaría vivir aquí?
-¡Buena pregunta! Tal vez sí-respondió-. Me recuerda a aquellos juegos de cuando era una niña... Pero, ¿dónde vivirías?
-Yo ya tengo casa, pero está en otro reino-respondí-.
-Espera...-dijo seriamente-. Desde que te conocí vi que te pareces a un personajito de aquí. Eres... ¿Daisy?
-...Sí-dije temblorosa-.
Fuimos a un hotel de Sarasaland y nos fuimos a dormir. Al día siguiente, Denise compró una casa cerca de mi palacio, y yo, me fui a donde una persona como yo ha de ir: al castillo. Apenas me reconocieron mis padres, pero lograron saber que era yo. Entré en mi habitación y cogí una caja musical. Me dediqué a mirar por la terraza el mar. Era uno muy puro. No parecía como otros de la Tierra. 
La primera quincena de noviembre decidí ayudar a mis padres con el reino. Lo hacía soberbiamente, pero en el fondo lo hacía con tristeza.

25: Un planteamiento muy duro. 
 
El 1 de diciembre, Mario y Luigi fueron a una especie de laberinto con el fin de rescatar a Peach. Pero, al llegar a la sala en la que estaba la princesa, se enteraron de que si salían todo el planeta acabaría destruido a causa de una inundación, como en el arca de Noé, sólo que esta es producida por el mal. El trayecto era peligroso: se caía el techo y, si no se daban prisa, acabarían bajo las ruinas del laberinto. Afortunadamente, era un laberinto sencillo. Al llegar allí e intentar sacar a la princesa, vieron a través de un ventanal que empezaban a formarse nubes siempre que Peach salía del círculo en el que estaba.
-Uno de nosotros ha de quedarse-dijo Mario-. Me ofrezco.
-¡No! ¡Mario! ¡Imposible!-respondió Peach-
Estaban discutiendo y, finalmente, Luigi dijo:
-Me ofrezco yo. Vosotros sois felices juntos, pero yo no. Recordad lo que pasó con Daisy...
En ese momento, Mario le dijo:
-Me duele despedirme de tí, hermano...
Una vez que se dieron la despedida, se marcharon. Al salir de allí, Peach se cayó al mar y se cruzó conmigo.
-¿Daisy?-dijo extrañada- ¡Has vuelto!-en ese momento se puso seria- ¡Ah, espera! Has vuelto... Qué notición... ¿Qué quieres?
-¿Sabes dónde está Luigi?-pregunté-
En ese momento mostró su lado más preocupante y dijo:
-Ha decidido sacrificarse por tí.
-¡¿Que?!-pregunté preocupada-
-Al parecer, durante la noche alguien me llevó a una especie de templo y Mario y él fueron a rescatarme, pero, si alguien salía de donde estaba iba a producirse una inundación parecida a lo del arca de Noé.
Me dijo dónde se situaba aquel templo. La di las gracias y, antes de marcarme, dije lo mismo que en la serie que veía de pequeña, P.P.P:
-Antes de irme, quiero que te quedes con mi perla. En un tiempo enviaré a mi sucesora.
Me fui corriendo hacia donde él estaba. Al llegar a la sala vi que era grande y estaba algo derrumbada. No llegaba la luz a todos los rincones y la entrada a la sala era un ejemplo de rincones sin luz. Imitando a Sara, canté mientras caminaba hacia donde estaba:
Impulsada por, el viento del atardecer
En ese instante, Luigi se giró a mí y dijo:
-¡¿Daisy?! ¿Que haces aquí?
Pero continué.
Iba yo, hacia el cabo del arcoíris...
Entonces paré y, como dijo Sara, igualmente comenté:
-Pase lo que pase, siempre estaré a tu lado.
Y continué.
Oí una melodía, antes del amanecer
Y esa es, la canción, que nunca podré olvidar
Las aves ya, veo volar
Ven, yo de un atajo sé para ir, al la isla del tesoto
En el paraíso de los 7 mares
Tras una tormenta de oscuro fragor
Nueva vida renacerá
Y así podrás transmitir el amor.
De los 7 mares la melodía
Aunque llegue el día en que hay que partir
Desde que yo la pude oír
Nunca jamás, la voy a olvidar...
Al terminar la canción ya estaba enfrente de él. No pude aguantar las lágrimas. Le abracé y me disculpé en voz baja. Éste aceptó las disculpas. Si él iba a morir allí, yo iba a hacerlo junto a él. Pero apareció dos destellos, que al parecer eran Felice y Sarah. Al parecer, querían ayudarnos a salir de allí sin que el planeta muera. Colocaron un señuelo que hacía de persona y salimos de allí. Al llegar a M.K., pedí a Peach la perla y, una vez devuelta, me disculpé ante ella y Rosalina, que estaba también allí. 

Epílogo:

Al final, todo volvió a la normalidad. Volví al mando de mi reino, Luigi y yo volvimos a salir y Peach, Rosalina y yo volvemos a ser amigas como en los viejos tiempos, sólo que presenté a mi amiga Denise, que actualmente forma parte de nuestro grupo, tanto en tierra como en mar: nuestra 4ª amiga y la primera que es afroamericana. Y, como es típico del final de un libro:




                            FIN.

                                                                                                                                   

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